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Don Guillermo, no le veo la gestión

  • Redacción La Lupa
  • 7 jul 2015
  • 2 Min. de lectura

El municipio desarrollado que tanta admiración produjo y algunos no dudaban en tildar del “verdadero norte de Bogotá” está hoy paralizado. Cuatro gobiernos más como este y seremos famosos por haber detenido drásticamente nuestro progreso, como en ese país en el que hoy se negocia la paz de Colombia.

En Chía solo hay que caminar un poco para evidenciar la indiferencia administrativa que padecemos. Desde Centro Chía hasta el Parque de la Luna (si logran caminar porque ni andenes hay) no ha ocurrido absolutamente nada. Entonces, ¿qué pasó con las promesas de construcción, modernización y ampliación que nos hizo nuestro alcalde?

Perdóneme, don Guillermo, pero parece que las maquinas que contrató funcionaran con el wifi de la alcaldía. No se ve nada. No se mueve una piedra. Pensé sinceramente que podía estar siendo algo duro con usted porque siempre recorro ese camino en buses de servicio público, de esos que nunca tienen cambio, por eso, caminé. Le quiero contar lo que vi para que se sienta orgulloso.

Desde la Universidad de La Sabana hasta el Centro Comercial Aleros lo único que encontré fue un par de topes instalados en cada uno de los semáforos, intentando heroicamente demarcar la vía para que los vecinos mal educados no puedan seguir violando los cruces. Que gran gestión.

Impresionado con tanta diligencia seguí recorriendo la avenida, pero no vi mucho. Terminó usted, don Guillermo, la biblioteca –qué gran logro-; sin embargo, quería preguntarle, y perdone mi ignorancia, ¿las bibliotecas no deben estar llenas de libros?

Con esa intriga me fui hasta el parque de la luna, nuestro hermoso parque. Casi creí la historia de que había recibido una inversión enorme hasta que descubrí que lo único que pasó es que pintaron a nuestras voluptuosas diosas de dorado. y en eso ¿200 millones de pesos?

Ya estaba un poco molesto cuando llegué al terminal. Don Guillermo, se me hace increíble que en tres años no haya podido siquiera iniciar la construcción del frigorífico y nos tenga a todos aguantando el olor desechos de vaca mezclado con sangre y, lo que es peor, dejarnos a los habitantes de Chía expuestos a no sé cuántas enfermedades por los procesos antihigiénicos de ese lugar.

Igual, ahora que pienso bien, eso a usted, don Guillermo, ya no le importa, porque ahora solo come Argentine Beef. La carne de Chía la tiene usted tan olvidada como el cacharrito rojo que tuvo hasta pocos días después de posesionarse. Ese mismo en el que vino a mi barrio a repartir vasitos de plástico con lápiz y borrador, cuando hablaba con la gente, cuando atendía a las personas.

No quiero incomodarle más con los problemas de los pobres, pues ha de ser molesto. Voy a dejar hasta aquí, con la esperanza de poder escribirle prontamente.

Le agradezco que no se moleste en buscarme ya que, como usted, solo atiendo correspondencia escrita. Si lo hace recuerde que, a diferencia de usted, yo no tengo ninguna obligación de responderle.

Con respeto, don Guillermo.

Un servidor.

 
 
 

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