Varela, ¿traidor?
- Redacción La Lupa
- 25 ago 2015
- 2 Min. de lectura
Con la decisión de construir la troncal del cerro Guillermo Varela traiciona los principios del partido AICO (Autoridades Indígenas de Colombia), con el apoyo del cual fue elegido alcalde en 2011.

Este domingo 23 de agosto la comunidad volvió a manifestarse en contra de la construcción de la Troncal del Cerro, iniciativa que fue ideada como proyecto regional en la asamblea de alcaldes pero que tiene todo su impacto en el territorio chío.
Las movilizaciones han evidenciado el descontento de la comunidad en general, pero sobre todo la de nuestros líderes indígenas, quienes verán dividido en un importante sector el área del resguardo y modificado el uso del suelo alrededor del mismo.
La molestia es mayor ya que el alcalde no socializó ni consultó a las comunidades indígenas, que irónicamente apoyaron su candidatura en 2011. Qué dirán las autoridades del resguardo al ver las fotografías del acto simbólico en el cual encomendaron con sus tradiciones, la autoridad y conocimientos que se necesitan para dirigir el sagrado municipio de Chía.
Y es que el partido político AICO nació justamente con el fin de luchar por la tierra y defender los derechos de los pueblos indígenas. Sin embargo, parece que el candidato no leyó los principios del movimiento antes de su inscripción y una vez electo obvió el acuerdo moral que se desprende de recibir este dignísimo apoyo.
Dicha traición puede compararse con absurdos como que un alcalde del centro democrático nombrara de secretario de gobierno a un ex guerrillero, o que un conservador nato liderara un proyecto de ley para legalizar el aborto en todas sus modalidades.
Dicha actuación reafirma que hoy en día pertenecer a un partido político no significa representar a cabalidad sus ideales, sino muy por el contrario hablamos de trampolines para ascender a grandes dignidades.
Qué se puede esperar de un país en el cual los principios pasaron a un segundo plano y lo único que se respeta es el poder económico. No se trata de un problema de memoria a corto plazo, porque estamos seguros que el señor alcalde recuerda quiénes ofrecieron su humilde apoyo para salvarlo de una quemadura de tercer grado.
El alcalde tiene suerte de que esta no sea una tribu indígena del cauca o más al sur, donde ya le habrían dado unos 20 latigazos, lo habrían amarrado a un tronco por una semana o lo habrían hecho estar un día entero descalzo sobre una colonia de hormigas rojas.
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